La vista del barrio del Albaicín desde las torres de la Alhambra o desde el mismo Generalife, son impresionantes. No me canso de admirar la singularidad de ese entramado de calles, callejuelas y callejones, llenos de pequeños cármenes, de iglesias y conventos, que gritan al cielo su belleza. ¡Albaicín!
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