La iglesia parroquial de Guadahortuna
merece un puesto destacado en el arte del renacimiento granadino.
Las primeras noticias de su construcción
son de 1506. Iniciada por el maestro cantero Domingo de Yguía, se sumaría más
tarde el arquitecto Diego de Siloé. El gasto realizado, relativamente elevado, parece indicar la
renovación de la anterior mezquita nazarí o gran parte de ella.
De las características morfológicas de
esta primera iglesia o mezquita adaptada poco podemos saber, pues fue
totalmente reconstruida años más tarde. Seguramente tendría una nave, a la que
en 1535 se decidió añadir otra lateral, con el fin de ampliar su espacio que
había quedado pequeño para albergar toda la población; al mismo tiempo se
retejaba la nave antigua.
También de esta época es la portada que
se encuentra cegada a la izquierda de los pies, en la que todavía se aprecia,
si bien con dificultad, parte del escudo del arzobispo Gaspar de Ávalos.
Concluida la estructura del templo se
acometieron dos obras de envergadura: la portada, obra singular del último
renacimiento y el retablo mayor, que se inicia por el mismo tiempo.
La iglesia consta de tres naves de
desigual anchura, separadas por pilares rectangulares, ochavados en las
esquinas. Encima apoyan arcos doblados apuntados. Las naves laterales carecen
de capillas, salvo la bautismal que se aloja bajo la torre.
La portada principal está inspirada en la del Perdón de la
Catedral de Granada y en ella destaca la perfecta conjunción de estructura y ornato y
la originalidad en el tratamiento de alguno de los elementos.
Consta de dos cuerpos y tres calles. El
inferior queda centrado con arco de medio punto de fina rosca en la cual se suceden
cabezas aladas de angelitos, en el centro ménsula de acanto, y en las enjutas
dos ángeles. A los lados, sobresalen columnas pareadas y exentas sobre
pedestales independientes, de orden dórico. El entablamento es otra pieza
original pues el arquitrabe queda liso y muy bajo.
Más novedades encontramos en el segundo
cuerpo. La parte central está ocupada por una hornacina rectangular bordeada
con puntas de diamante y columnas sobre podium.
Su impresionante artesonado mudéjar nos puede recordar a la Iglesia de Santa Ana de Granada. Sin duda merece la pena hacer una visita y contemplar esta bella obra del arte renacentista en Granada.